LA LEYENDA DEL MAÍZ
Hace muchísimo tiempo, la comida empezó a escasear sobre la faz de la tierra. Los hombres se veían tan delgados como una lombriz y sus fuerzas flaqueaban.
Quetzalcóalt, preocupado, decidió buscar alimento en la planicie.
Buscó y buscó, pero sólo halló pasto seco y tierra inerte. Subió a los cerros y bajó a los valles, registró cada rincón y no encontró más que piedras roídas por el viento.
¿Cómo y dónde podría conseguir comida para los hombres? Mientras reflexionaba, miró a una hormiga roja que llevaba un enorme grano de maíz sobre su lomo.
- Hormiga roja, ¿dónde encontraste ese grano?
- Es mi secreto, no puedo compartirlo con nadie.
- ¿Ni con Quetzalcóaltl?
- Aunque te lo dijera, no podrías llegar hasta los granos; la entrada es muy estrecha y de nada te serviría saber el secreto- respondió la hormiga.
- Los hombres pueden morir de hambre, es importante que me ayudes.
- Está bien, por tratarse de ti te lo diré: los granos se encuentran en el Monte de los Sustentos.
- Acompáñame allá- le pidió Quetzalcóatl.
- Si te conviertes en mi amigo, te llevaré- dijo la hormiga.
Y Quetzalcóatl se convirtió en hormiga negra. El camino era sinuoso: subieron y bajaron cuestas, cruzaron con gran esfuerzo por encima de las ramas, caminaron entre piedras… Y no había agua para beber.
Después de mucho tiempo, cruzaron un estrecho y oscuro túnel que los condujo al Monte de los Sustentos.
Y allí estaba el preciado tesoro: miles y miles de granos de maíz. El maíz amarillo era reluciente como los rayos del sol; el maíz blanco brillaba como las estrellas del firmamento; el maíz azul parecía el cielo antes de la tormenta; y el maíz rojo recordaba un esplendoroso atardecer.
Quetzalcóatl tomó algunos granos de maíz y los llevó a la tierra para que los hombres pudieran comer.
Después de alimentarlos, los hombres se lo agradecieron de todo corazón. Quetzalcóatl volvió al Monte de los Sustentos y quiso atarlo con cuerdas para llevárselo, pero el monte era muy pesado. Pidió entonces ayuda al dios del rayo para despedazar el monte.
- ¿Por qué motivo he de destruir algo tan bello?- preguntó el dios del rayo.
- Para alimentar a los hombres.
Tremendos rayos y relámpagos golpearon repetidas veces el monte hasta despedazarlo.
Con ayuda de las hormigas, Quetzalcóatl hizo montones de maíz blanco, de maíz amarillo, de maíz azul y de maíz rojo. Era tal la cantidad, que se dio cuenta de que resultaría imposible transportar todos los montones.
Llamó entonces al dios de la lluvia para que le ayudara a lanzar los granos en todas las direcciones.
- ¿Por qué motivo he de dispersar el maíz?- preguntó el dios de la lluvia.
- Para que los hombres puedan sembrar sus granos y nunca más les falte el alimento.
Y así fue como el dios de la lluvia ordenó que se desatara una gran tormenta que hizo retumbar los cielos y llovió de forma torrencial.
Con la lluvia, se formaron ríos en el Monte de los Sustentos, y la corriente dispersó los granos por todas partes.
Desde entonces, los hombres cultivan el maíz que los protege del hambre.
LEYENDA DE MÉXICO
Hace muchísimo tiempo, la comida empezó a escasear sobre la faz de la tierra. Los hombres se veían tan delgados como una lombriz y sus fuerzas flaqueaban.
Quetzalcóalt, preocupado, decidió buscar alimento en la planicie.
Buscó y buscó, pero sólo halló pasto seco y tierra inerte. Subió a los cerros y bajó a los valles, registró cada rincón y no encontró más que piedras roídas por el viento.
¿Cómo y dónde podría conseguir comida para los hombres? Mientras reflexionaba, miró a una hormiga roja que llevaba un enorme grano de maíz sobre su lomo.
- Hormiga roja, ¿dónde encontraste ese grano?
- Es mi secreto, no puedo compartirlo con nadie.
- ¿Ni con Quetzalcóaltl?
- Aunque te lo dijera, no podrías llegar hasta los granos; la entrada es muy estrecha y de nada te serviría saber el secreto- respondió la hormiga.
- Los hombres pueden morir de hambre, es importante que me ayudes.
- Está bien, por tratarse de ti te lo diré: los granos se encuentran en el Monte de los Sustentos.
- Acompáñame allá- le pidió Quetzalcóatl.
- Si te conviertes en mi amigo, te llevaré- dijo la hormiga.
Y Quetzalcóatl se convirtió en hormiga negra. El camino era sinuoso: subieron y bajaron cuestas, cruzaron con gran esfuerzo por encima de las ramas, caminaron entre piedras… Y no había agua para beber.
Después de mucho tiempo, cruzaron un estrecho y oscuro túnel que los condujo al Monte de los Sustentos.
Y allí estaba el preciado tesoro: miles y miles de granos de maíz. El maíz amarillo era reluciente como los rayos del sol; el maíz blanco brillaba como las estrellas del firmamento; el maíz azul parecía el cielo antes de la tormenta; y el maíz rojo recordaba un esplendoroso atardecer.
Quetzalcóatl tomó algunos granos de maíz y los llevó a la tierra para que los hombres pudieran comer.
Después de alimentarlos, los hombres se lo agradecieron de todo corazón. Quetzalcóatl volvió al Monte de los Sustentos y quiso atarlo con cuerdas para llevárselo, pero el monte era muy pesado. Pidió entonces ayuda al dios del rayo para despedazar el monte.
- ¿Por qué motivo he de destruir algo tan bello?- preguntó el dios del rayo.
- Para alimentar a los hombres.
Tremendos rayos y relámpagos golpearon repetidas veces el monte hasta despedazarlo.
Con ayuda de las hormigas, Quetzalcóatl hizo montones de maíz blanco, de maíz amarillo, de maíz azul y de maíz rojo. Era tal la cantidad, que se dio cuenta de que resultaría imposible transportar todos los montones.
Llamó entonces al dios de la lluvia para que le ayudara a lanzar los granos en todas las direcciones.
- ¿Por qué motivo he de dispersar el maíz?- preguntó el dios de la lluvia.
- Para que los hombres puedan sembrar sus granos y nunca más les falte el alimento.
Y así fue como el dios de la lluvia ordenó que se desatara una gran tormenta que hizo retumbar los cielos y llovió de forma torrencial.
Con la lluvia, se formaron ríos en el Monte de los Sustentos, y la corriente dispersó los granos por todas partes.
Desde entonces, los hombres cultivan el maíz que los protege del hambre.
LEYENDA DE MÉXICO
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